Chichén Itzá es el
nombre de uno de los tantos sitios arqueológicos que habitan en la zona de la
Península de Yucatán, cuya importancia fue cabal para la tribu Maya que
poblaron todos sus alrededores y que hoy perduran para ser visitadas para todos
aquellos que gustan de la historia pero además, lo interesante es poder
apreciar cómo en aquellas épocas sus pobladores sin tecnología o aparatos mecanizados
lograron levantar ciertas edificaciones que se conservan desde hace cientos de
años.
Esta zona fue declarada
Patrimonio de la Humanidad en 2007 por la Unesco, y reconocida como una de las
más actuales maravillas del mundo, pudiéndose dilucidar desde aquí, la belleza
que habita en estos suelos, sobre todo por el reconcomiendo de la población que
hace que recobre importancia.
Cada una de sus edificaciones
poseen gran cantidad de iconografía típica de la arquitectura clásica maya, que
según estudios recientes, son marcas de la manera que la tribu tenía de expresar
su cultura en el sistema político que en ese entonces se consideraba como la
más prestigiosa en todo Mesoamérica.
Como es bien sabido, todas
las zonas arqueológicas poseen formaciones o construcciones ancestrales que
perduran en el tiempo y que los científicos utilizan como manera de investigar sobre
la cultura, costumbre y formas de vida pasadas. En este caso, Chichén Itzá es
una de los tantos sitios donde los Mayas dejaron plasmada su organización y
producción lo que hoy en día también se considera un gran atractivo turístico
que congrega a miles de visitantes de todos los rincones del mundo, curiosos
por enterarse apreciando estas majestuosas estructuras.
Una de todas ellas, es la
Pirámide de Kukulcán, Dios de los Mayas, que preside a todas los demás edificios
en la explanada. Tiene cuatro lados que termina en un templo de forma rectangular,
asentado sobre una plataforma de 55 metros de ancho y 24 de altura. Cada uno de
los lados que lo componen está relleno de 91 escalones, y otra con 265 que
conduce al interior del templo. Tal como se exhiben en cada una de las
estructuras construidas por esta tribu no faltan las imágenes de dioses y
serpientes talladas. En el caso del “Castillo”, tal como lo llaman los
lugareños, se ubican sobre la escalinata norte haciendo efigies de Kukulcán. La
particularidad de las mismas es la proyección que se realizan a lo largo del
día equinoccial cuando se completa el cuerpo de las serpientes que con el paso
del tiempo parece moverse descendiendo y rematando en la cabeza pétrea que se
encuentra en la base inferior de la escalinata. Esto último es algo que todos
los visitantes van deseosos de apreciarlo, ya que a la visión de cada uno es
inexplicable pero un espectáculo realmente maravilloso para presenciarlo.
Con todo este juego de
luz y sombra al ritmo del recorrido de la serpiente se representa la bajada del
dios Kukulcán a la tierra cuando les anunciaba a los Mayas la hora de comenzar
con su labor agrícola durante el mes de marzo cuando comienza la temporada de
lluvia, dando paso a que las siembras sean fructíferas.
Todo esto es lo que
lleva al asombro de cada uno, ya que es el equinoccio lo que demuestra a los
pobladores la época en se intensifica la actividad económica más importante de
la región siendo el maíz la base de su alimento, con una combinación de la
creencia religiosa que en los tiempos de
colonización perdieron vigor y sólo fue el escenario de luchas por la
apropiación de estas tierras.
Fue en el siglo XVl
cuando el conquistador Francisco de Montejo y Diego de Landa arribaron a estas
tierras viendo en estas tierras las grandezas de la tribu que dio pie a estas
construcciones, dignas de una investigación.
Más adelante, a
mediados del siglo XlX inmigrantes estadounidenses compraron la hacienda en la
que se había convertido la zona de Chiché Itzá quienes comenzaron a explorar la
zona. De esta manera, muchas de las piezas fueron enviadas a la Universidad de
Harvard sin saber que años más tarde el gobierno mexicano los reclamaría por
pertenecer a su suelo. Hoy en día, bajo una disposición legal, el sitio
pertenece al Instituto Nacional de antropología e Historia de México.
Como es bien sabido, la
Península de Yucatán está cubierta de “cenotes” los cuales se caracterizan por
ser huecos en la montaña llenas de aguas cristalinas y calidad, de una gran
belleza, altamente aprovechadas por los turistas para un descanso relajante. En
este lugar es conocido el cenote sagrado, denominado de esta manera porque
anteriormente los lugareño le llevaban sus ofrendas al dios Chaac que traía las
lluvias teniendo dentro sacrificios humanos, objetos de gran valor, ropa,
joyas, entre otras cosas.
Todo esto es cuidado
por los mexicanos, pero nadie debe perderse de conocerlo ya que está declarado
como Maravilla del Mundo, algo realmente bello.
Sofía Hallak.